TEORIA DEL DÉCIMO PENSAMIENTO.
Es una profunda reflexión acerca del pensamiento, del porque y para que existe.
Una decisión tomada con pocos pensamientos, es una tómbola, a veces sale bien y a veces sale mal, pero el triunfo del verdadero éxito reside en usar el pensamiento en la toma de decisiones, quitar los tabús de que por pensar más siempre encuentras la misma respuesta, es falsa, cada pensamiento sumado a otro construye cada vez mejor una nutrida respuesta, la cual somos dueños de ponerle el final para llegar a la decisión requerida.
Donde pongamos ese final, será lo que nos destaque los unos de los otros,y cada decisión tomada de manera nutrida por varios pensamientos, ayudarán a la calidad de futuras tomas de decisiones.
Tenemos tiempo y tenemos reflexión para nutrir el pensamiento.
La capacidad de conocimiento nos hace mejor en la toma de decisiones, indistintamente de la relación del conocimiento con la decisión a tomar, puesto con el conocimiento desarrollamos la capacidad de reflexión y pensamiento, luego hay un recíproco interés entre ambas.
Para ello es necesario deshacerse de las primeras capas de pensamiento, de esas que nos hacen enjuiciar y predisponer nuestra respuesta ante lo que tenemos delante y nos buscan atajos para llegar al final de la reflexión lo antes posible, y así no conseguir aportar nada nuevo a nuestro conocimiento.
Es lo que yo llamo «desnudar nuestra mente», dejarla receptiva frente a la admisión de información, para así, poder enfrentarse posteriormente desde todos los ángulos que nuestra sabiduría nos permita, y de esa manera, realizado ese ejercicio, cada vez serán mas los ángulos nuevos que creemos para abordar la información.
No le estamos pidiendo nada nuevo al cerebro, pues es así su manera natural de proceder, pero todo se estropea desde que los adultos, con esa capacidad ya perdida, imponemos a los niños nuestra manera de pensamiento y nuestra falta de paciencia en la toma de decisiones, creándole así una manera de pensamiento rápido, conciso y aparentemente efectivo. Pero hemos destruido su capacidad de nutrir su mente, su capacidad de reflexión y de ir ganando ángulos o perspectivas para afrontar los nuevos retos de manera exitosa y brillante. Habremos creado una mente más, sin capacidad de ser original, auténtica y por lo tanto maravillosa.